Lectura: Mateo 21:12-17

Luego del servicio dominical el predicador les preguntó a dos niños y dos niñas lo que querían ser cuando fueran grandes. Uno respondió que quería ser un atleta, otro que quería ser policía, otro agricultor y otro quería seguir por el camino de las misiones.

Luego les preguntó, qué cuál era su historia favorita de la Biblia. Entre las que mencionaron se encontraban la historia de David y Goliat, el nacimiento de Jesús, alimentación de los 5000 y cuando Pablo fue liberado de la prisión.

Por último el predicador les preguntó, ¿Cómo es Dios? ¿Cómo lo describirían? Después de pensar un poco los niños hablaron de Su poder, de Su amor, de Su capacidad para crear y perdonar, de Su capacidad de hacer milagros, entre otras muchas cosas.

Sus respuestas fueron buenas, pero lo que más le impresionó al predicador fue la forma en que hablaron de Dios. Lo hicieron con un temor reverente y con confianza, además fueron capaces de expresar sus sentimientos hacia Dios.

Como ya hemos leído en Mateo 21 se describe la escena en Jerusalén cuando los niños exclamaron: “Hosanna al Hijo de David” (Mat. 21:15). Los líderes del templo preguntaron con indignación: “Oyes lo que estos dicen” (Mat. 21:16). Fue entonces cuando Jesús citó el Salmo 8:2 y les dijo que los niños estaban cumpliendo la profecía con su alabanza.

Pienso que los niños entrevistamos por el predicador aquel domingo, estaban alabando al Señor de la misma manera sincera e inocente.

  1. ¿Y tú, también quieres alabar a Dios con pureza y entusiasmo?
  2. Nunca se puede alabar demasiado a Dios.

NPD/DCE